Creo firmemente que tener perspectiva es uno de los secretos para diseñar una vida en la que nos queramos quedar. Qué necesario es elevar el dron para contemplar el cuadro completo.
El cuadro es el mundo, el cuadro es nuestra historia y el cuadro somos nosotras en toda nuestra extensión.
Hay una figura que empleamos mucho en Programación Neuro Lingüística: la diferencia entre el territorio y nuestro mapa. El territorio es la realidad objetiva, lo que hay. El mapa es nuestra visión de ese territorio, que no tiene nada que ver con la realidad, que es todo percepción y subjetividad. No vamos las cosas como son, sino como somos.
¿Te ha pasado que una amiga vaya de viaje al mismo sitio que tú y te cuente una historia totalmente diferente de la que tú has vivido? El territorio era el mismo, pero el mapa nada que ver.
El objetivo es que nuestro mapa se parezca lo máximo al territorio, porque eso significa que vemos mucho, con lo cual podemos generar muchas opciones. Me refiero a lo que nos rodea y también a todo eso de lo que estamos hechas. Cuántas veces ignoramos nuestros talentos, nuestras habilidades, nuestras miles de opciones.
Y como no nos han enseñado a ensanchar nuestra visión de lo que hay y de lo que somos, habrá que generar estrategias para conseguirlo. Voy a compartirte tres que a mí me ayudan a abrir las ventanas de la vida, porque solo así podré aprovecharla como es debido.
Mi primera estrategia, que también es gustazo y es belleza (lo que me gusta matar varios pájaros de un tiro) es algo tan sencillo y tan barato como observar el amanecer y/o el atardecer. El escaso tiempo que pasa entre el uno y el otro me recuerda que el tiempo pasa rápido, que no soy eterna, que soy parte de algo mucho más grande que yo, que es mi deber y mi responsabilidad aprovechar el ratito que paso por aquí lo mejor posible. Lo mejor es como más me guste a mí, porque al fin y al cabo, la vida es mía. De nadie más.
Mi segundo ritual para afinar las antenas que van hacia afuera y hacia dentro es escribir cada mañana. Qué os voy a contar si hasta creé una formación compartiendo todo eso que escribo y que me sirve para aprenderme y construirme (te dejo aquí el acceso a la lista de espera para la próxima edición).
Antes de que el día se ponga en marcha, tomo unos minutos para dibujar con palabras palabras cómo me siento, qué necesito, qué ha pasado y qué me remueve, para bien y para mal. Porque tengo que darme cuenta para poder hacerme cargo.
Releer, pasado un tiempo, lo que he escrito me ayuda a tomar conciencia de si evoluciono o si ando estancada, a observar los patrones que me impulsan y también los que me aplastan, a ponerle nombre a mis emociones y a crear inventarios de mis logros. Y a celebrarlos. Y a celebrarme.
La perspectiva me permite aumentar mi claridad y mejorar mi foco.
Por último, algo que puede parecer tan chorras como mirar fotos de los últimos años me cuenta muchas cosas. Sobre todo, buenas. Porque nadie hace fotos de sus llantos y sus desgracias. Las fotos me permiten enfocarme en todo lo positivo: en lo bien que me lo he pasado con mis amigas, en lo bonitos que eran mis hijos de chiquitines, en los paisajes tan memorables que he tenido la suerte de contemplar, en los viajes que me han llenado el alma.
Las fotos no son más que imágenes de lo que nos fascinó en un momento dado. Cuánto nos ayudan, si les prestamos atención, a detectar lo que es realmente importante para nosotras, a perseguir todo eso que nos gusta. Recordemos que nuestro objetivo es acabar el día pensando y diciendo “Joder, ¡qué bien!”
Estos tres rituales constituyen parte de mi brújula. Me recuerdan que la vida avanza en una sola dirección, que no puedo hacer mucho por prever el futuro, pero sí puedo incrementar las probabilidades de que me pase lo que quiero que me pase.
Espero que te sirvan, querida mía.
Feliz sábado,
Sol
Es una verdad como un tempo, el territorio y el mapa, es una de las cosas que siempre pienso en mi trabajo en el que colaboro con mucha gente con distinta educación, cultura, creencias, experiencias.
Ahora los 3 rituales de Sol me han hecho pensar en cuáles son los míos, y a decir verdad, no tengo. Si es cierto, que desde que estoy en su membresía intento escribir más a menudo, pero lo hago más durante el fin de semana. Pero tengo un ritual y es que cuando viajo, me encanta bajar a desayunar temprano con mi libro y disfrutar del hotel, de la terraza con vistas si tiene, del desayuno, del olor a café, del olor al pan tostado...
Con estos 3 minutos que nos has regalado, me animo a seguir buscando mis rituales para disfrutar al máximo de ellos.
Gracias 💕😊
❤️