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Hablaba el otro día con una de vosotras, una chica que se encuentra en pleno transbordo laboral, o sea, en una transición vital de narices, no solamente porque ha dejado un trabajo y aún no está en el siguiente, sino porque caminando sobre ese puente, cuando ha parado y ha reflexionado, se le ha ocurrido que nunca se ha hecho las preguntas correctas, ya no en cuanto a lo laboral, sino en cuanto a nada.
Se ha dado cuenta de que no sabe lo que quiere, porque no sabe lo que le gusta. Y si no sabes lo que te gusta, no sabes quién eres, siento decírtelo.
Cómo vas a decidir a quién le mandas tu currículum si no identificas qué es lo que quieres que te pase. Porque el gran interrogante no es dónde voy a currar, sino cómo quiero vivir y ese “cómo” abraza todo lo que te apasiona, lo que te calma, lo que te hace perder la noción del tiempo, lo que te llena, lo que te eleva, lo que te divierte, lo que te alimenta, lo que te hace vibrar alto y sentirte parte de algo más grande que tú.
Ese “cómo” es la vida misma, en oposición a la simple supervivencia. Tus horas resbalando por un tobogán engrasado o tus horas con propósito, con atención y con intención y con ganas y con disfrute.
Esa chica me contaba, apesadumbrada que “No me gusta nada, nada se me da especialmente bien, no tengo hobbies”. Hurgando descubrí que creció sintiendo que el disfrute era una pérdida de tiempo.
Escuchándola, pensé en mis hijos, en si lo estaré haciendo bien, en qué narices es hacerlo bien. Decidí, otra vez, que lo importante, que lo imprescindible, es no solo enseñarles a disfrutar hoy y dentro de treinta años, sino que la única manera de hacerlo es con el ejemplo que les damos cuando agarramos la vida y nos la zampamos con patatas, con fuegos artificiales, con lentejuelas y con purpurina. Revisé esa frase de Rodin “Útil es todo aquello que te da felicidad”, que llevo tatuada en el alma, de momento, y que pronto estará en mi piel, por si me despisto.
En un momento de la conversación, como si no tuviera la más mínima importancia, la chica recordó que le gustaba bailar y que dejó de ir a clases porque, claro, qué manera de perder el tiempo. “Pues baila”, le dije, entusiasmada por ese gran descubrimiento. Ni que decir tiene que la excusa de la ausencia de dinero para las clases apareció, porque así funciona el coco saboteador. “Bailar es gratis”, contesté. “Baila en la cocina, agenda el baile, busca clases de baile en YouTube, crea una lista de Spotify que te flipe”. Si te gusta, que nada ni nadie te lo impida. Defiende lo que te gusta con uñas y dientes, de todos, de todo y de ti también.
Si te gusta escribir: escribe. O dibuja. O pasea. O da volteretas. O haz bolas de plastilina. Porque para que tu vida te guste y tú te gustes tienes que hacer más cosas que te gusten. Simple, que no fácil.
Porque para encajarte en los rieles de una vida diseñada a tu medida has de engrasar todo eso que lleva años oxidado y enterrado bajo asignaturas, complejos, creencias, miedos, mentiras que otros te contaron, porque alguien se las contó a ellos y nunca las cuestionaron. Porque para encontrar a la niña que fuiste y preguntarle qué hacer con los talentos que alguien aplastó no hay nada más útil que convertir el gustazo en el eje y el norte de tus días. En tus medios y en tu fin.
Desaprender para aprender todo lo que un día olvidaste. Volver al origen, a la esencia, a la verdad. Esa que te cuenta que todo lo que haces debería estar al servicio de tu felicidad, nunca a la inversa.
Si te gusta bailar: BAILA
Eso es posible siempre? A qué altura de la película hay que descartarlo? Porque yo me estoy haciendo ahora preguntas que quizá debí hacerme hace mucho. Quiero vivir cerca del mar, pero, al margen del tema económico, que no es fácil, el miedo a lo que pasará y a todo lo que penaré, a si lo conseguiré, me tienen paralizada en un lugar que no me gusta y en un entorno que siento asfixiante, que no me aporta nada. Será tarde? Por dónde empezar? Qué difícil!! Pero sólo leer a personas como tú me ha puesto un rayito de luz, de oye que quizá puedes, que a lo mejor es posible, aunque aún no sepa ni por dónde empezar ni si es buena idea ni si lo conseguiré. Gracias SolyLuz.
Buenos días Sol, me siento muy identificada con la reflexión de hoy. Como muchos, viví una experiencia de esas que te sacuden y gracias a ella empecé a hacerme preguntas, a conocerme y a quererme mejor pero la cuestión laboral es la que ahora siento que ahora a debo resolver por las mismas razones que exponías en tu reflexión.
Qué importante parar, hacernos las preguntas adecuadas, liberarnos de etiquetas ajenas y sernos fieles a nosotras mismas. El texto de hoy me sirve de brújula.
Muchas gracias!
feliz sábado ☀️🥰