Me paso la vida reflexionando sobre cuál es el impulso que mueve a unos y el peso que frena a otros. Qué diferencia hay entre las personas que definen sus metas y se lanzan de lleno sobre ellas y las que esperan en un banco, mirando la vida pasar, como si fueran la Penélope de Serrat. Pienso mucho sobre ello, porque en ese interruptor misterioso se esconde el secreto del verdadero éxito, que no es más que lograr que te pase lo que quieras que te pase, chimpún.
Busco patrones, fórmulas, estudios. Quiero aplicarlos en mí para aquello que se me resiste y quiero compartir lo que me sirve, para que muchas otras disfruten de la satisfacción de aplaudirse.
Existen sesgos, como en casi todo. Nacemos con ciertas particularidades, nos educan para expandirnos, para encogernos o para quedarnos igual durante toda la vida, experimentamos asuntos que nos influyen para bien o para mal, pero nada de todo eso es definitivo ni definitorio. Entonces ¿qué sí lo es? Sigo en mi diatriba.
Los porqués y los para qués se entremezclan en mi cabeza. Me pongo en marcha, porque en mi familia me enseñaron que solo a base de esfuerzo conseguiré lo que deseo, y desear es maravilloso. Me obedezco, porque entiendo que la disciplina bien entendida, es decir, la que tiene que ver con lo que es importante para mí y solo para mí, me convierte en una mujer libre. Sueño, porque no entiendo otra manera de concebir la vida y porque me parece lo más divertido de la galaxia ¿Qué puede haber más apasionante que inventarse la propia vida?
Observo y analizo, en este caso, mis razones. Y sigo pensando que la diferencia no reside en ninguna de ellas. Ahí no está el truco. ¿Dónde más puedo buscar?
En el lugar correcto, claro, que es dentro. Muy, muy dentro.
Y doy con la respuesta, con la piedra filosofal. Grito ¡Eureka! Pero tía, si estaba clarísimo. Te motivas, te mueves, te esfuerzas, te revuelcas, deseas, sueñas, planeas, haces, deshaces, replanteas PORQUE PUEDES. Ni más ni menos. Y no solo porque puedes, sino porque eres consciente de tres cuestiones indiscutibles.
La primera te cuenta que no siempre podrás, porque un día la palmarás y además no sabes cuándo, lo que implica, quieras que no, un sentimiento de urgencia. Aquello de que la vida es una y es ahora. El caso es que son las 15:37 del viernes 31 de marzo y estás aquí; aprovecha, chata.
La segunda es que, a estas alturas, la vida ya se ha encargado de contarte que hay otros que ya no pueden, porque se fueron antes de tiempo, con las ganas que tenían de quedarse aquí y moverse y desear y soñar y planear y divertirse. Y eso te duele cada día, y cada día te empuja a moverte, a desear, a soñar, a planear, a divertirte, a hacer todo lo posible por VIVIR. Te lo debes y se lo debes. Serías capaz de traicionarte; pero a Él no, jamás.
La tercera se basa en la catastrófica evidencia de que hay otras que siguen sobre el planeta, pero tampoco pueden, porque les tocó nacer en lugares donde no valen, no merecen, no existen. Cómo voy a renunciar a mi libertad de decidir, de definir, de abrazar el destino que elijo y dejarme la piel en alcanzarlo cuando otras no pueden ni destaparse la cara por miedo a morir. Si el pecado existe, sería uno hecho de desidia, pereza y falta de perspectiva. De nuevo: por mí y por ellas me toca echarle ovarios al asunto.
Quizás no es la única razón, ni el motivo definitivo; pero, desde luego, es suficiente. Pongámonos en marcha, amigas, simplemente PORQUE PODEMOS.
La 1:42 en Argentina y yo medio desvelada me paro a leerte como cada sábado, a la espera de un nuevo aire refrescante de sabiduría y consejo.
Porque podemos. Nada más.
Me quedo con el párrafo que habla sobre hacerlo por aquellos que ya no pueden, que se fueron antes de tiempo. Me lo guardo bien cerquita del corazón porque mi mamá fue una de esas que se fue dejando mil cosas vivir. Siempre que estoy empezando algo nuevo, cómo la universidad este año, pienso en ella. En cómo, si pudiera, viviría la vida o me invitaría a mi a vivirla.
Hoy justo escribí sobre eso en el Instagram que cree para subir posteos con escritos míos, @coribyme, que los que ya no están no se llevaron mis sueños, al contrario, desde donde estén me cuidan para que los cumpla.
Hoy también entiendo que son un motor para lograrlo.
Gracias Sol, maravilloso lo que has escrito.
Te admiro 💜
Ana Paula.
Una gran amiga nos dijo a otra amiga y a mi que aprovecháramos cada minutito de vida. A ella ya no le quedaba tiempo. Aquella frase se me grabó a fuego aunque a veces me despisto. Gracias por recordármelo hoy. La vida es ahora. Emocionada empiezo el sábado.