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El pasado lunes recibiste unos #TresMinutos peculiares, en los que anunciaba que cerraba la tienda durante unos meses. Lo que tú leíste en poquísimo tiempo a mí me supuso semanas de diatriba mental. A veces, decelerar nos cuesta más que ponernos en marcha. Para las que tendemos a la actividad constante, restar tareas se convierte en el gran superpoder, ese que te ayuda a que te pase, siempre, lo que quieres que te pase.
Parar para descansar, para tomar perspectiva. Para observar desde bien arriba el cuadro completo: tus relaciones, tu negocio, tu día a día, tus pensamientos, tus emociones, tu tendencia, tus reglas con tus excepciones, tu inercia.
Para preguntarte qué es lo realmente importante para ti en ESTE momento, si lo estás honrando de verdad, dónde quieres poner el foco, porque hace rato que sientes que llegar a todo ni es posible ni es lo que quieres ¿Qué es todo? ¿Para qué todo? Para saber si resbalas por la vida o tienes el volante bien agarrado y el GPS afinado. Para definir cómo quieres sentirte mañana, la semana que viene, en tres años, y luego ocuparte de dibujar tu mapa. Para darte cuenta de que esto no es un ensayo general. Para asegurarte el aplauso interminable cada vez que observes tu historia.
El primer obstáculo a la hora de aminorar la marcha es que creemos, porque es lo que nos han contado, que el aplauso válido es de otros, así que nos devanamos los sesos indagando sobre lo que nuestros jefes, amigos, parejas, padres, hijos y Espíritu Santo quieren. Sobre lo que los demás esperan, sobre lo que los demás opinan. Fracasamos, claro. Pero seguimos empujando, esforzándonos sin dirección fija; a ver si, probando, acertamos. Agotador, claro.
Hacer agota, pero no asusta, porque es lo conocido. Frenar da miedito, porque es encontrarme con la del espejo, de frente, a bocajarro. Es quedarme en medio de la nada, petrificada, yendo a ningún sitio, sin nadie al lado, agarrándome al vacío. Aquí tenemos el segundo obstáculo: el miedo a lo nuevo y desconocido, hasta el refranero nos jode la vida.
Pensar en parar, paradójicamente, te deja sin respiración, como si cayeras en plancha desde muy alto, durante mucho tiempo, a mucha velocidad. Física pura, la aceleración de los cuerpos en caída libre y esas cosas. Soy de letras, pero recuerdo perfectamente que la aceleración de la gravedad es de 9,8 metros por segundo al cuadrado, (o 9.8 m/s2, para los de ciencias). Multiplica los segundos y conviértelos en años, cómo no va a asustarte parar, si te has convertido en el resultado de sumar a Elaine Thompson-Herah, un guepardo y el avión que pilota Maverick en Top Gun.
Parar el difícil, llegadas a este punto, pero no imposible. Y mejor que sea por decisión propia y no porque tu cuerpo esté tan harto de tu maltrato que frene de sopetón y bien fuerte, para que te vayas enterando, chata.
Pero, ¿cómo conseguirlo? O mejor, ¿por dónde empezar? ¿Cuál es el primer paso necesario para sentir que levanto el pie del pedal? Lo único que sé sobre las fórmulas mágicas es que no existen, mejor si las sustituimos por las preguntas adecuadas ¿Es esta la mejor vida que imagino? ¿Qué es lo que estoy persiguiendo? ¿Es algo importante para mí o es de otros? ¿Qué pasa si dejo de correr? ¿Eso que pasaría es algo realmente horroroso para mí?
Y antes, incluso, del interrogatorio, respirar. Respirar de verdad y bien, porque de tanto no hacerlo tienes los pulmones como una bolsa de Mercadona, que no puedes despegar ni a la de tres. Respira hasta que el aire te llegue a los talones, a los dedos, a las puntas de los pelos. Que te llene y te aligere y te eleve.
Obsérvate, conecta, decide qué es lo importante y ya te digo que lo importante eres tú. Sigue respirando. Sostén la incomodidad que supone darte la importancia que mereces y la que te provoca llenar los pulmones y el alma de algo que no sea prisa.
Quédate ahí hasta que no te duela, porque la única manera de avanzar, es aprender a parar.
Parar: el gran superpoder
¡Qué maravilla de texto Sol!
Hace unos meses tuve que parar, mi cuerpo y mi mente dijeron que hasta aquí habíamos llegado, que ahora tocaba descansar y ‘recalcular la ruta’, así que en ello estamos.
Gracias por poner en palabras lo que me ha costado tanto entender estos meses❣️
Grande. Como siempre. Te veo con el GPS afinado, circulando en línea recta, haciendo las paradas que tocan. Y yo me he visualizado en la atracción de las tazas giratorias (¿Es la de Alicia en el País de las maravillas en Disneyland?), haciendo equilibrios, intentando llegar aquí y allá.
Qué importante darse prioridad a una misma y qué poco lo hacemos.
Gracias Sol. Feliz parada!