Pocas son las veces en las que, en mis redes sociales, alguien se sale del tiesto, la verdad. Tengo la mejor comunidad del mundo, basada en el respeto, que debería ser el mandamiento principal de cualquier grupo, sea en el formato que sea. El caso es que hace un par de días publiqué un reel en el que formulaba la pregunta que da forma al segundo capítulo de mi podcast: ¿cómo sería nuestra vida si, desde pequeñas, nos hubieran repetido cada día que nuestro objetivo es terminar la jornada satisfechas perdidas y si nos hubieran advertido de que solo vayamos allá donde nos traten bien?
El resultado: más de cien mil visualizaciones, casi cinco mil likes y ciento treinta comentarios. La inmensa mayoría reflexionaban en mi pantalla sobre la importancia de crear patrones mentales que nos impulsen y nos acerquen al autocuidado. Qué feliz yo, porque llegar a esas conclusiones siempre es el principio de algo mejor y yo lo que quiero es que todas estemos mejor. De entre todos los comentarios, me sorprendió uno que respondía que, en ese caso, nos encontraríamos en un mundo en el que no habría empatía y algo más que tenía que ver con el individualismo, el egoísmo y no sé qué más. Volví a ver el reel, porque no entendía cómo mi pregunta podía desembocar en tal comentario. No me sirvió de mucho, así que le pregunté a la comentarista en cuestión, a ver si así me lo aclaraba, que cuál era la relación entre la satisfacción, el respeto hacia una misma y el egoísmo y la falta de empatía y le resumí que, en mi opinión, es mucho más fácil tener relaciones sanas y honestas cuando una ocupa su lugar en el mundo. Unas horas más tarde me respondió, repitiendo lo mismo de su primer mensaje pero con otras palabras y añadiendo (lo escribo de memoria, quizás no es exacto) “Con todos los seguidores que tienes, deberías afinar más lo que escribes”.
Ah, no, querida, por ahí NO.
Borré el comentario y la bloqueé.
Quizás, suscriptora, mi reacción te choque. Te aseguro que a mí me costó la primera vez que lo hice, pero después de meditarlo mucho me prometí establecer límites claros en mi cuenta de Instagram, porque esta es mi casa y esta es mi gente. Y con ese comentario tiras por los suelos su criterio y no lo voy a permitir.
Te cuento esto porque me consta lo que nos incomoda decirle “Hasta aquí”, no solo al seguidor de Instagram, sino a los vecinos, a las parejas, a los padres, al mundo en general y porque espero que te sirva el proceso que he seguido hasta llegar a ese bloqueo en particular y a la paz mental en general. También, sinceramente, porque creo que si hubiera mucha más gente dispuesta a bloquear, en la pantalla y en la vida, algunos se lo pensarían dos veces antes de soltar según qué lindezas y a todos los iría mucho mejor.
Lo primero en este proceso es interiorizar que el comentario de esta persona no dice nada ni de mi reel ni de mi persona, sí de ella y de su manera de ver el mundo.
Quizás su comprensión lectora ande nublada porque algún narcisista, en la búsqueda de su propia satisfacción, la jodió viva, o tiene muchas dificultades a la hora de largarse de lugares donde la tratan mal y escuchar lo contrario la incomoda. O quizás, Dios no lo quiera, es ella la que solo termina el día plena y feliz cuando ha jorobado al prójimo y le parece fatal que el prójimo intente librarse de tal fastidio. O quizás ni lo uno ni lo otro, yo qué sé. En cualquier caso, yo soy responsable de lo que escribo, no de lo que tú entiendes.
Lo más preocupante, para mí, era que por el nombre de su perfil parecía dedicarse a la educación. Y digo preocupante, no porque respondiera a mi pregunta con algo inesperado, sino por la prepotencia con la que le ordena a alguien lo que debe o no debe mostrar en sus redes (con lo fácil que es darle al botón de “Dejar de seguir”). Si eso lo extrapolamos a un aula, a una relación de jerarquía donde es fácil que se genere desigualdad, vete tú a saber lo que puede pasar.
Ahora llega el segundo paso del proceso mental y también, claro, del proceso de mi dedo en el botón de borrar y en el del bloqueo de Instagram. Y es que esto de bloquear, sea en el teléfono o en cualquier red social, se nos antoja a veces demasiado agresivo cuando no lo es en absoluto. El bloqueo no es un puñetazo, es un aquí no, conmigo no. En este caso es un En mi Instagram escribo lo que quiero y, por supuesto, puedes estar en desacuerdo conmigo y con las otras cuatro mil y pico personas que se han manifestado, pero lo que NUNCA voy a tolerar es la falta de respeto que conlleva el uso del imperativo, hacia mí y hacia el criterio de la gente que me acompaña. Por no hablar de que, querida, precisamente porque afino muchísimo lo que escribo, lo que digo, lo que creo siguen ahí (espero).
Alguna estará pensando que a lo mejor la del imperativo esté leyendo estos #TresMinutos. Ojalá. Quizás estas letras la inviten a reflexionar sobre las llámales opiniones, llámales ordenes que una emite; sobre lo que para ella significan la diversión, la satisfacción y el quererse tanto como para solo ir a lugares donde a una la tratan bien. Sobre la importancia, efectivamente, de afinar lo que uno escribe, lo que uno hace, cómo uno actúa, para que siempre sea con la voluntad de impulsar, nunca de aplastar al prójimo.
P.D. Ya sabrás que ayer salió el tercer episodio de mi podcast, sobre unas cuantas verdades que me habría encantado saber a mis quince. Puedes escucharlo aquí.
P.D2. Solamente queda una plaza para el viaje que haré con
del 30 de octubre al 5 de noviembre. Los vuelos ahora mismo para esas fechas están realmente bien de precio, qué gusto. Te recuerdo que este es el último viaje que hago con ella y sus grupos de mujeres. Tienes toda la información aquí.Feliz sábado.
Una vez ley “ cuando comprendas que toda opinión viene cargada de historia personal, te darás cuenta de que todo juicio no es más que una confesión “
Siempre se saca lo que se lleva dentro. Me encanta tu fortaleza, tu dedicación y todo lo que aportas. Yo en mi vida a mis 62, aplico la palabra “Tachón “ a lo que me incomoda y a quienes lo hacen. He aprendido a atenderme tarde, pero lo estoy disfrutando a tope. Gracias Solete!! Siempre te llamo así desde el cariño! 🥰
Bravo, de corazón. Porque yo soy de las que por no discutir, aceptaba todo tipo de imperativos. Y llevo un año poniendo en práctica, gracias a una psicóloga maravillosa, que priorizarme y decir no, es decirme Sí a Mí. Que se puede discutir con calma, y si la otra persona no tiene calma, es SU problema, no el mío. Leerte me refuerza mi camino, y te lo agradezco de todo corazón 🙏🏻❤️