Te confieso que he vuelto a hacer trampa. Te escribo desde Nueva York y, cuando estoy aquí, sin quererlo expresamente, me lanzo a releer lo que escribí hace años, ya sea en mis libretas o en mi antiguo blog.
Me encanta hacer inventario, recordar quién era yo hace dos, tres, diez años. Esta vez, quizás con más razón, porque la reedición de mi novela “Algún día no es un día de la semana” me ha trasladado, inevitablemente a mi yo de hace 10 años. A una yo que no era coach, ni impartía formaciones, ni tenía puñetera idea de cómo serían los 10 años siguientes. Nunca tenemos ni puñetera idea, sí que deberíamos hacer lo posible para que, llegado el aniversario, nos dé por celebrarnos, no por arrepentirnos.
Voy a admitir que me celebro. Podría buscarle los tres pies al gato y destacar las cagadas, pero me da un perezón tremendo. Los últimos diez años han sido la hostia de buenos, y punto.
Y en ese inventario, en ese rescatar patrones que me han servido para que me pase lo que quiero que me pase y desechar los que componen los tres pies del gato que no pienso repetir, me doy cuenta de que la inmensa mayoría de la celebración llega porque ha llegado un punto en el que tengo claro qué es lo importante en mi vida. Lo importante es lo que me emociona, lo que se me queda grabado, lo que me ata al presente.
Aquí es donde llega la trampa, porque hace como cuatro años escribí un texto donde enumeraba unas cuantas de esas cosas. Hoy lo rescato y lo edito, porque una cambia de opinión, claro. Y te lo ofrezco, por si mi lista te inspira para escribir la tuya. Por si esa lista te regala claridad y alivio. Por si te ayuda a celebrarte todo el rato.
Allá voy:
Lo importante de la vida es el primer día de primavera en el que abres las ventanas del balcón y así se quedan hasta la noche, porque no hace ni frío ni calor. El primer baño del verano, cada año. Mejor si es en bolas.
La primera vez que visitas Nueva York y luego todas las veces que la redescubres. Ver “Grease” en la azotea de un hotel neoyorquino con tu amiga de la facultad, treinta y cinco años después de aquella primera salida nocturna por Barcelona. Que este amor siga aquí, cada vez más divertido y más grande.
El día en el que sabes que has aprobado la selectividad. El primer día en la universidad. El último, con la incertidumbre aplastándote el lomo, el orgullo. La nostalgia de esos años en todos los que vienen después. El primer viaje a Londres con tu amiga (sí, la de la facultad), las noches interminables rodeadas de guiris, el té con leche que descubriste allí y que te acompañará lo que te queda de vida, porque te gusta y porque te recuerda a las risas frente al Big Ben.
El primer beso, en un portal junto a la pajarería de tu pueblo, vestida con el uniforme, nerviosa perdida.
Estrenar agenda. Sentir el olor del jazmín paseando por tu isla sin saber muy bien de dónde viene, buscarlo, coger una florecita blanca y pegártela a la nariz el resto del día. El olor del pelo de tus hijos recién salidos de la ducha, cogerles de la mano, despertarles metiéndote en su cama haciendo cucharita. Los picnics en El Retiro, con tus amigos y tus niños, descalzarte y sentir el solete de marzo en la piel.
Tener chimenea, por fin, que era tu sueño desde siempre, qué gustito ese crepitar. Respirar en paz. El primer día sin abrigo. El primer día con abrigo. Ver vídeos de gente que dibuja muy bien, que baila muy bien, que canta muy bien. Leer a Laura Riñón (y que te abrace desde su metro ochenta), escuchar “A la Folie” de Juliette Armanet y a Teddy Swims cantando lo que sea. Descubrir restaurantes nuevos, buenos, bonitos, tranquilos. Comer un helado de coco. Bailar en casa, o en una pista de baile, o en la de un karaoke, micro en mano, destrozando los temazos de la maravillosa Jurado.
Las hojas nuevas de tus plantas, que increíblemente sobreviven a tu torpeza. La gente que huele a limpio. Las pinturas de Madrazo. Contemplar “La noche estrellada” de Van Gogh y llorar todas las veces.
Ver amanecer, agradecer que es un día más, también un día menos: habrá que aprovecharlo, que no somos eternas.
Tener, por fin, algunas cosas claras: que esto va de hacerse preguntas todo el rato, que la felicidad está hecha de relaciones sanas y divertidas, que nadie te va a dar más de lo que crees merecer. Los desayunos bonitos, las libretas bonitas, la gente bonita.
Sentir que lo que haces tiene sentido, porque no hay nada mejor que acompañar a otras mientras se dan cuenta y se hacen cargo.
Vivir donde quieres vivir, ser quien quieres ser, rodearte solo de gente divina. Hacer más listas con los “quiero” que con los “tengo que”. Eliminar de tu vocabulario la palabra “controlar”. Descubrir calles nuevas en una ciudad que conoces bien.
Buscar la belleza en cada gesto. Entender su importancia. Darte cuenta de que la infelicidad de algunos momentos la provocó la falta de belleza: en la gente que te rodeaba, en la casa donde vivías, en las gafas con las que veías el mundo y a ti misma. Jurarte que eso no se repetirá porque no se puede desaprender lo que una ya sabe.
Saberte libre.
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P.D2.: si este artículo te ha hecho pensar que igual deberías profundizar sobre lo que es importante para ti, definirlo y validarlo te dejo aquí 5 ejercicios sumamente prácticos y sencillos que te facilitarán la labor. Espero, de verdad, que te sirvan.
P.D3.: lo importante de tu vida eres tú, o deberías serlo. Si al leerme has pensado, o has sentido, que eso no es todo lo verdad que debería ser, quizás quieras echarle un ojo a mi nueva formación sobre AUTOESTIMA y AUTOVALORACIÓN.
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Esta formación es para ti si ahora estás:
Buscando constantemente la validación de otros para sentirte valiosa
Autocriticándote constantemente con un diálogo interno destructivo que te agota
Posponiendo tus necesidades por miedo a parecer egoísta o decepcionar a otros
Dudando de cada decisión porque no confías en tu propio criterio
Sintiéndote culpable cada vez que intentas priorizarte
Saboteándote justo cuando las cosas empiezan a ir bien
Y lo que quieres es…
Sentirte bien en tu propia piel, sin necesidad de compararte constantemente
Tomar decisiones desde la calma y la confianza, no desde el miedo o la ansiedad
Hablarte con el mismo cariño con que le hablarías a tu mejor amiga
Priorizarte sin culpa y saber que mereces ocupar espacio en tu propia vida
Tener relaciones sanas basadas en el respeto mutuo, no en la dependencia
Vivir desde tu autenticidad, no desde lo que otros esperan de ti
Esto es lo que mis alumnas dicen sobre mis formaciones:
“Creo que ha valido mucho la pena. Ha sido un viajazo en todos los sentidos. Tus cursos siempre son mucho más de lo que espero en un principio.”
“Ha superado mis expectativas. Esperaba más patrones o guías. He encontrado preguntas. preguntas que debía contestar yo y que me han hecho buscar quien soy y que puedo encontrar un camino para ser yo. Merece la pena el dinero invertido, el esfuerzo y el tiempo.”
“Me has ayudado a creer más en mi, a mejorar mi diálogo interior y a tener un propósito firme de cambiar de empleo y crear mi propia empresa.”
“Tengo más claridad, mas confianza en mí misma, más ganas de atreverme a probar cosa nuevas”
“Me llevo de tu formación saber que puedo, ¿sabes que pasa Sol?, que vas calando, que poquito a poco, me veo diciendo un “no, un “eso ya no va conmigo”. Me llevo saberme suficiente, quizas eso ha sido lo mas enriquecedor para mi, saberme valiosa, saberme valorar, quererme.”
“El impacto más grande en mi vida es que me dedico tiempo a mi misma CADA DÍA (meditación, escritura, lectura,...) y como resultado estoy con mayor calma y felicidad. Mis hijas me han comentado que "quieren ser como yo cuando sean mayores" y les sorprende que esté "más calmada" al escucharlas y responder.”
“Estoy diciendo NO con más facilidad a lo que no está alineado conmigo, con mis valores, con lo que quiero... y estoy hablando ante grupos de personas (entorno laboral) con mucha más confianza, claridad y seguridad (lo siento yo así y también estoy recibiendo ese feedback). Y bueno, en general, vivo con mucho más disfrute y esto lo utilizo mucho más como guía para saber que así, sí. Ese disfrute recuperado es el cambio más potente de todos.”
“Todo ha sido perfecto”
“Estoy en la membresía desde hace muy poco. Estoy admirada de lo competente que eres y de la calidad de tus formaciones. Haré todo lo posible por apuntarme a más formaciones futuras. Gracias Sol. Ha sido un placer. Hasta pronto.”
En esta formación he sistematizado, resumido y masticado lo que a mí me ha llevado de una autoestima regulera, de no creerme capaz de crear nada por mí misma, de no interponer límites a saberme suficiente, decir que NO con una facilidad pasmosa, relacionarme solamente con gente que me trata la mar de bien.
Espero verte pronto al otro lado de mi pantalla.
Feliz día,
Sol
Gracias Sol por recordarnos que escribir aquello que nos hace felices, ya es un buen comienzo. En mi caso serían los abrazos, calentitos, los amaneceres frente al mar, escuchando las olas e inspirando ese olor a sal y arena, ese café negro, fuerte y sin azúcar junto a un buen libro, las charlas con amigas donde terminas llorando de la risa o de verdad... Que importa, si total son todo emociones a flor de piel, pasear descalza, correr sintiendo el fresquito en mi cara y la ducha del después. La vida Sol es maravillosa, aunque nadie dijo que fuera fácil. ¡Y nunca es tarde para ser joven! ✨
Siempre siento que tu forma de escribir son palabras que salen directamente de mi corazón y de mi mente. Escribe siempre tan bonito Sol! Que sigas disfrutando de la vida como sabes querida!❤️