Hemos crecido sintiendo, que no es lo mismo que pensando, que solo hay una respuesta correcta y que, si no es esa la que das, te equivocas. Y equivocarse es malo.
Hemos crecido contemplando, entristecidas en el mejor de los casos, acojonadas en el peor, ese rojo del boli que marcaba el error sobre el examen. Aunque sacaras un 9,5, lo único que destacaba era el rojo que señalaba sin piedad el 0,5 de las narices.
Hemos crecido escuchando que vas a estudiar una cosa, que además tendrá salida. Que la salida es un trabajo. Uno solo, porque solo una es la respuesta correcta. Uno para toda la vida, porque eso es lo seguro, lo normal, lo estable. Shhhh, ni rechistes.
Hemos crecido creyendo que lo correcto es conocer a UN chico, tener UN novio, casarte UNA vez. Una sola es la respuesta correcta. Uno solo es el género correcto.
Residir en una casa, en una ciudad. Vivir una sola vida. Porque solo una es la respuesta correcta.
Dulce o salado. Mar o montaña. Campo o ciudad. Ciencias o letras. Frío o calor.
Solo una es la respuesta correcta.
Tú, de chiquitita, disfrutando el jamón y los caramelos, la playa y la nieve, el pueblo de tus abuelos y la Plaza Catalunya, sumar y escribir cuentos, la bufanda y el bañador.
Tú estrechando tu visión a medida que creces, renunciando, solidificando tu creatividad hasta dejarla tiesa como un ladrillo. O esto o lo otro. Todo no, las mezclas no, los inventos no. No puedes ser muchas, solo puede quedar una, como en “Los Inmortales”, así que matas a las otras para sobrevivir tú, solo que las otras también son tú. Y ahora tienes miedo, claro, como para no tenerlo, te has muerto un montón, y eso acojona.
Le tienes miedo a que una de las otras resucite, porque te va a contar que hay otros caminos que no son el que has escogido; que hay preguntas que nunca te formulaste, porque ya habías escupido tu rápida respuesta, y solo hay una respuesta correcta; que en ti se ocultan talentos y habilidades que convertirían tu vida en algo la mar de divertido; que se te ha olvidado fabricar tu concepto de estabilidad y seguridad; que a lo mejor deberías probar otros trabajos, otras ciudades, otras personas, otras aficiones, otros peinados, otros sistemas, otros pensamientos.
Probar. Para qué probar si solo hay una respuesta correcta que es esta. Y quizás esta respuesta me aplasta, me agrisa, me araña. Pero no me da miedo porque la conozco, así que me agarro a ella con uñas y dientes, porque esta incomodidad ya es mía. Y porque el miedo a equivocarme si pruebo algo nuevo, si mis otras Yo emergen a la superficie, se me antoja como algo insuperable.
Me cuento, una y otra vez, que si pruebo y me equivoco, entonces no valgo. Y si no valgo ni me quieren ni me quiero. Ahora que lo pienso, igual ahora tampoco me quiero tanto, pero me he acostumbrado a quererme a medias. Prefiero quererme a medias a que los otros se vayan. Los otros, estoy convencida, están aquí porque me quieren. Quererme es quedarse mientras yo sigo igual, sin probar, sin cambiar. Si pruebo o cambio ya no me querrán. Porque solo una es la respuesta correcta y solo una Yo es la correcta.
El miedo a equivocarnos nos guillotina; nos roba las ilusiones; nos asegura que, cuando ya no quede tiempo, nos arrepentiremos de todo lo que no hicimos por su culpa. De todo lo que llevo escrito, esto es lo más verdad.
P D: si crees que este texto le puede ayudar a alguien y por eso lo publicas en Instagram, porfa hazlo con el enlace. Les y me facilitas mucho la vida.
P D2: ay, amiga, lo emocionada que estoy. Por fin, después de años de darle vueltas a la idea, estreno membresía. Se va a llamar “Té con Sol”, incluirá un texto semanal con recomendaciones prácticas, herramientas, rituales. En resumen, todo lo que me sirve para que me pase lo que quiero que me pase.
Y, TACHÁN, una mentoría grupal al mes sobre un tema que elegiréis vosotras. El 24 de febrero la tendrás disponible.
Dime que no mola la fecha: 24/2/2024.
Y encima ese día cumplo 51 añitos de nada. Todo encaja como un puzle sideral, que diría mi amigo Peri.
En el último episodio de mi podcast hablo de cómo el miedo a equivocarnos, impide que tomemos decisiones, aplasta nuestro poder, nos roba la libertad. Y reflexiono sobre cómo remediarlo. Escúchalo aquí.
Fenomenal lo de la membresía.
Todas hemos sido aplastadas por el refrán "quien mucho abarca, poco aprieta" a mí me lo decía mi madre continuamente, porque soy la mar de dispersa, atrevida, osada que no inconsciente, nada me ha impedido hacer dentro de mis posibilidades lo que me he propuesto. A los 62 años, ya no sé tiene miedo, se tiene la voz de la conciencia de tantos consejos recibidos y poco acatados. Con ésta edad ya no sé tiene miedo al emprendimiento, pero tienes a tu familia cercana que te mira de reojo, aún así, tiro para adelante y en todo caso siempre me acuerdo de lo que tú dices Sol: " que es lo peor que te puede pasar"?. Mil gracias por tu claridad y libertad que infundes
Demás de identificada . No he parado de llorar desde que terminé la tercera lectura. Nunca he sido de muchas preguntas, quizás por no incomodar, por lo que me enseñaron que tenia que ser. Que follon el mio ahora con tantas YO aflorando, como si le hubiese puesto agua a la tierra. En fin.. gracias Sol