Te escribo, querida suscriptora, sentada frente al Bow Bridge, un puente blanco y precioso en pleno Central Park. Emocionada perdida. En este mismo banco donde estoy sentada empieza mi primer libro, que es una novela titulada Algún día no es un día de la semana.
En agosto de 2016 terminé, en un apartamento que está a pocas manzanas de aquí, la historia de Sofía Miranda, una chavala que se atreve a preguntarse cómo puede ser más feliz, que no se conforma, que decide decidir.
Muchas de vosotras me conocisteis gracias a esa novela. Gracias por seguir aquí. Muchas de vosotras me contasteis que, después de acompañar a Sofía en su camino hacia la plenitud, habíais tomado decisiones. Decisiones difíciles, dolorosas, incómodas y absolutamente maravillosas.
Y eso me gustó, así que decidí formarme como coach, porque yo repito lo que me gusta todas las veces que puedo. Sin mesura.
El resto es historia. Una que probablemente conoces, compuesta de muchas coachees, muchas formaciones, decenas de miles de alumnas de más de cuarenta países (flipo en colores), cuatro libros más, un podcast y lo que te rondaré, morena.
No todo fue bonito en ese camino. Mejor dicho, todo ha sido la hostia de bonito, menos la consecuencia de una mala decisión: la de ceder los derechos de mi Sofía a una editorial.
No les demos a otros lo que es nuestro, amigas. NUNCA.
No solo eso, sino que esos a los que les regalé mi esfuerzo y mi ilusión lo arrastraron por el fango. Así que decidí enterrar la novela, pediros que no la comprarais hasta que Sofía volviera a casa.
De nuevo gracias, porque me hicisteis caso. Os solidarizasteis con mi causa. Me entendisteis TAN bien.
Y como la vida es mágica y extraordinaria, puso en mi camino a una abogada a la que las injusticias le joden tanto como a mí. Y peleó. Y lo consiguió. Gracias, churrita, qué regalazo de cumple me hiciste.
Hoy, después de nueve años, me siento en este banco junto a mi Sofía, por fin. Hoy es el mejor día de mi vida.
No solo porque lo mío vuelve a ser mío y, por ende, vuestro. No porque no haya marrones, dudas y saraos. Hoy es el mejor día de mi vida porque estoy en paz con mis decisiones. Porque he peleado por recuperar lo que es mío, sin pelearme conmigo. Porque tengo mis líneas rojas tatuadas a fuego. El norte claro. Soy sólida, que no rígida, ya tocaba.
El mejor día de tu vida no llega por casualidad, ojo. Llega cuando te das permiso para elegir quién eres y cómo vives. Cuando le arreas un manotazo a lo que todo el mundo hace, a lo que el resto piensa. A mí qué coño mi importa, si esto es mi vida, no la de todo el mundo.
El mejor día de tu vida llega cuando te dices la verdad aunque te joda, aunque duela, aunque no sea lo más fácil. A veces, el mejor día de tu vida llega después de una renuncia, de una conversación difícil, de una despedida, de un “Hasta aquí”. Porque las decisiones que te acercan a tu norte no siempre son cómodas, pero siempre te hacen libre.
La calma de verdad, la que convierte cualquier día en el mejor de tu vida, nace de saber que no estás traicionándote. Que lo que haces, lo que decides, lo que sostienes, tiene sentido para ti. PARA TI. Nace de habitar tu soledad y el silencio sin sentirte sola. De no necesitar que nada ni nadie de fuera te confirme que estás en el lugar correcto.
El mejor día de tu vida no está hecho de fuegos artificiales, ya ves, aquí ando, en chándal, sentada frente a un puente extraordinario a las seis y media de la mañana, viendo a los patos nadar tan a gusto.
El mejor día de tu vida está hecho de certezas. De conversaciones que te reconcilian contigo. De mirar un puente y a unos patos y sentir que no falta nada, que no sobra nada, que si la perfección existe está aquí, contigo.
El mejor día de tu vida llega, también, al saber que mañana harás lo posible para que sea, al menos, igual de bueno que este.
El mejor día de tu vida no se encuentra, se inventa.
Gracias inmensas a todas las que me acompañáis desde hace tanto. A las que habéis abrazado mi historia y la de Sofía como si fuera la vuestra. De hecho, lo es.
Vosotras construís un montón de “Mejores días de mi vida”. Espero saber devolveros un poquito de todo esto que me dais.
Feliz sábado, chavalas.
P.D.: si ha habido un ejercicio que me ha ayudado a definir un buen día en mi vida es este que te dejo aquí. Te indico el paso a paso, todo el detalle para que definas cómo te quieres sentir, la vida que quieres vivir y, de ahí, pasarás al plan de acción. Por favor, no renunciemos a identificar el qué por no conocer aún el cómo.
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Enhorabuena! Me he emocionado contigo en ese banco. Hasta me he visto en chándal y he visto a esos patos. Disfruta de ese triunfo y de todas esas certezas que has conseguido. Me ha encantado lo de sólida, que no rígida.
Un abrazo
¡Enhorabuena Sol! Yo me compré el libro digital en 2020 y me encantó y pensé en comprarlo en físico para luego prestarlo a amigas; cuando comencé a seguirte y enterarme de todo el tema de la editorial, decidí esperar. Ya ha llegado el momento de comprarlo. Disfruta de todas las cosas buenas que te están pasando ❤️❤️❤️