Que no me gusta el verano no lo he decidido ahora, ya lo tenía claro desde hace años. No me gusta el calor, no me gusta tomarme una pausa de una vida que me encanta, no me gusta que en agosto el mundo se pare. Ya, no ha llegado agosto, pero tengo 51 años y ya sé lo que pasa.
He aprendido a sobrellevarlo y he aprendido a tomar decisiones que me ayudarán a mejorar el sobrellevar para llegar al disfrutar, que es lo que me mola de verdad. Lo que pasa es que, a veces, me hago trampas al solitario, como todas. Me complico la vida, asumo demasiadas responsabilidades y me obceco con tonterías que me limitan, cuando yo lo que quiero es expandirme a lo bestia.
Y para expandirme he decidido hacerme amiga del tiempo y no decir nunca más eso de que “No tengo tiempo para…”, porque sí lo tengo, solo que quizás no lo uso como debería. Cuánto hablamos del tiempo como si fuera algo que está aquí para jodernos la vida, cuando la vida es tiempo y no demasiado.
Leí el otro día una frase de Goethe que me dejó los vellos como escarpias: “La vida es corta, no la hagamos pequeña”.
Brutal.
Me la voy a tatuar.
Yo decidí hace tiempo no tener una vida fácil, sino tener una vida grande. Y en este julio complicado lo he corroborado con más fuerza. Cuando la vida me vapulea yo me revuelvo y me pongo chula, y de mis revolcones salen ideas locas que son menos locas cuando las convierto en planes.
He decidido lanzarme sobre mis ideas locas y convertirlas en objetivos inalcanzables que pienso lograr.
Y he decidido que no lo haré desde la autoexigencia, sino desde el compromiso conmigo misma, que es muy diferente. No desde los empujones, sino desde los abrazos a mi estupenda persona.
He decidido rodearme más de belleza todavía. Me he enamorado de una cama de reina que va a ser mía, porque pasamos mucho tiempo sobando y cosas buenas tienen que pasar cuando tus noches transcurren en un trono horizontal.
Es verde, no os digo más.
He decidido transformar mi cuerpo. Porque una cosa es estar en forma y otra convertirlo en un arma de construcción masiva. El martes empiezo con un entrenador listísimo que me va a ayudar a que me ejercite y coma para que también sea más lista y esté más sana. Ahora y a los noventa y nueve. Porque a mí este planeta me mola mucho y he decidido recorrerlo, al menos, durante 50 años más.
He decidido ser sabia. No lista solamente, sino sabia. La sabiduría no es otra cosa que observar, elegir y aplicar. Y he decidido ser más valiente, sobre todo contra los demonios internos. A los externos los manejo bien, la verdad.
Voy a fomentar mi creatividad, porque conectar puntos en principio separados entre sí me fascina, porque sé que las ideas cambian mi mundo. Ya hace tiempo que decidí que mi objetivo supremo era cambiar el mundo. El trozo de mundo al que llegue. A mejor, claro.
He decidido ser mucho más ambiciosa.
Sé que la valentía, la creatividad y la ambición se entrenan, como todo. Que la ambición no es querer tener más, sino querer ser mejor. Que ser mejor es saber más.
Feliz sábado
P.D.: hubo un tiempo en el que no sabía que podía decidir. De hecho, la mayoría de mi tiempo transcurrió entre no-decisiones. Entre deriva y deriva. Hasta que, poco a poco, encontré el timón, visualicé mi norte, tracé el rumbo y desplegué las velas. Y aquí estoy, dispuesta a acompañarte mientras haces lo mismo. A contarte cómo superé miedos . Cómo transformé mi mentalidad para usarla a mi favor, y no en mi contra, que era lo habitual. Cómo encontré mis talentos y cómo les di forma para dedicarme a lo que me apasiona. Cómo me inventé una vida en la que me quiero quedar.
En septiembre tendrás disponible REINVÉNTATE, mi nuevo programa. Y ya tienes toda la información y puedes apuntarte a la lista de espera AQUÍ.
Creo, siento y confirmo, que mi mejor elección ha sido elegirte como referente de motor de inspiración para seguir creciendo cada día ❤️
He abierto los ojos está mañana, he mirado el móvil, he visto tu post y he decidido leerlo, no siempre lo leo en el momento, me ha encantado, me ha motivado mucho (aunque seguidamente me he preguntado si yo sería capaz de hacer eso), y he tenido ganas de llorar, porque tengo 52 años y ya es hora de coger las riendas de mi vida y a la vez como si no pudiera, como si no dependiera de mí, cuando sé que no es cierto, o al menos en parte...
También he sentido que eso es algo, que en un momento mucho más motivado que el que vivo ahora, lo podría haber escrito yo; me resultaba familiar tu forma y tu contenido, y he tenido ganas de compartirte un relato que me premiaron hace unos meses, y que habla un poco sobre algo parecido, bueno más bien lo contrario, sobre los trenes perdidos.
Gracias Sol por lo que compartes. Me gusta mucho, me encantan estos tres minutos y también muchos de los posts que he escuchado en Spotify,.