No te cuento nada nuevo si te digo que me apasiona descubrir los patrones que repetimos los humanos. Esos que nos llevan al éxito o que nos arrastran al fracaso. Y ojo, que el éxito no tiene que ver con casas enormes y coches brillantes. Hablo, una vez más, de que te pase lo que quieres que te pase. De sentir paz, plenitud e ilusión la inmensa mayoría de los días de tu vida.
La manera más sencilla de desentrañar patrones es siempre la comparación, que no siempre es odiosa, y las preguntas bien formuladas, que son las que nos entregan el poder, no las que piden opinión ajena.
Voy a los ejemplos, tan iluminadores.
Hace unos años, en una reunión con gente más o menos conocida, reparé en la manicura absolutamente impoluta de Ana, la señora que se sentaba a mi lado. Le comenté que me encantaba lo cuidadas que llevaba las manos (me fijo muuuucho en las manos de hombres y de mujeres) y me dijo que se hacía la manicura cada tres semanas pasara lo que pasara y que además la chica que se las hacía había abierto un salón muy lejos de su casa y se desplazaba hasta allí porque lo hacía muy bien. Añadió “y cada mes, a la peluquería”.
Esto, que a primera vista podría no parecer muy significativo, a mí me llamó la atención. Y cuando algo toca tu campanita, tómate el tiempo de reflexionar la razón, amiga, porque ahí hay pistas sobre muchas de tus creencias y de los patrones que pueden elevarte o aplastarte. Me chocó porque yo no crecí entre mujeres que se prestaran esa atención a sí mismas. Si estás pensando que solo estamos hablando del tema estético y que eso no es importante, te equivocas. Somos importantes enteritas, por dentro, por fuera, de arriba y de abajo. ¿Quiere esto decir que cuidarse implica siempre manicura y pelu? Para nada, pero desde luego el prestarle atención a una parte de tu cuerpo revela una creencia de merecimiento.
Me planteé cómo sería yo si, desde siempre, las mujeres entre las que crecí se hubieran tenido como prioridad; si todas sus manos hubieran denotado que se dedicaban tiempo, porque creían merecerlo. Y concluí, claro, que todo se hereda, el creerme merecedora también.
El siguiente ejemplo lo habrás leído en mis redes, porque me comprometí a repetirlo las veces que fueran necesarias, así que repito: ¿cómo sería tu vida si, desde que tienes uso de razón, te hubieran repetido cada día que tu objetivo en la vida es divertirte y que solo fueras donde te traten bien? Y te pido, suscriptora, que aunque sea la enésima vez que lees esta pregunta, la respires y te la respondas; que te tomes tiempo y, si quieres rizar el rizo, escribas tus múltiples respuestas. Porque ya te digo yo que nuestras vidas enteras serían diferentes si no supiéramos lo que es aguantar, soportar, sacrificar (que no es lo mismo que esforzar). Si no nos hubieran robado el norte, ese que te lleva a la satisfacción, a ser una flecha en el centro de tu diana particular, apartando de tu camino todo y a todos los que pretenden meterte en cajas y apagar tu brillo.
Y por último, que ya llego al fin de estos tres minutos, ¿te has preguntado alguna vez cómo serías, qué diferencias habría en tu vida si, en lugar de decirte mil veces “no tengas miedo”, te hubieran repetido “aprende a gestionar el miedo”? ¿Si te hubieran advertido de que lo que no es una opción es dejar de perseguir tus sueños por miedo? ¿Si te hubieran contado que tienes el mismo cerebro que en las cavernas y que está diseñado para tener miedo todo el rato porque así te protege de peligros que desaparecieron hace millones de años?
Hasta aquí mis preguntas, las respuestas son solo tuyas. Feliz sábado.
P.D. Ayer era viernes y eso supone nuevo episodio en mi podcast. En este episodio cuarto os hablo de la importancia de generar criterios para tomar decisiones correctas, de no dejarnos llevar por la corriente y de la gestión del qué dirán. Lo puedes escuchar aquí.
Buenos días Solete!! La importancia de cuidarse es directamente proporcional al auto cuidado y merecimiento. Mi mamá iba a la pelu cada semana y además se hacía sus uñas. Yo creo que lo hacia para salir un rato. Siempre se quejaba de que papá era muy casero. Entonces las mujeres eran dependientes de su marido la mayoría de ellas. Así que me alegra pensar que al ser tan coqueta, cuidar de no engordar para lucir su vestido de cintura de avispa, era su forma de quererse a pesar de que no había la inmensidad de herramientas que disponemos hoy. A mi me encanta ir al mar, lo de ir a un centro comercial a gastar lo que no necesito, lo desterré hace mucho. Más tarde me contaron los que entienden, que la mayoría va a esos lugares a tapar insatisfacciones. Así que me pongo ya en marcha y a escuchar tu podcast mientras conduzco . Un beso 😘
Habría dejado trabajos de mierda, relaciones he me hacían sentir fatal, viajado, dicho lo que pensaba al que tenía en frente, todo mi vida habría sido muy distinta. Por suerte estoy a tiempo !!! Gracias Sol , siempre eres ese faro que nos ilumina,muuuuuakkkkk!!!