

Discover more from Tres minutos
Cuántas veces me preguntáis sobre mis escrituras matutinas. Nada más levantarme, escribo tres páginas en las que me pregunto, me contesto, reflexiono, me enfoco, me elevo y tomo distancia. Escribir ha sido y es mi ancla, mi brújula y mi camino para inventarme esta vida cuando la otra se me quedó pequeña, y es la herramienta que me ayuda a diseñar el escalón siguiente. Escribir me regala claridad, es la varita mágica que me ayuda a darme cuenta y me permite hacerme cargo, tomar decisiones, confiar en mí. Vivir, que no sobrevivir.
Cada día, frente a la página en blanco, me hago dos preguntas que me parecen tan básicas y tan imprescindibles que no entiendo por qué no eran lo primero que escuchábamos al despertar en casa, de niñas y también al llegar al colegio, ya que suponen el mapa supremo sobre el que deberíamos dibujar nuestra existencia entera.
Nos las deberían haber enseñado antes que las vocales, antes que los colores.
Son sencillas, su formulación no precisa de ningún estudio, solo de intención y, por supuesto, de atención. Son estas:
¿Cómo estás?
¿Qué necesitas?
Estarás pensando, querida lectora, que sí te las enseñaron, que las pronuncias un montón de veces a lo largo de la semana. Toda la razón. ¿Pero cuántas veces te las formulas a ti misma?
Cricri, cricri.
Me dirás que tampoco es para tanto, porque hay otras personas que sí se interesan en tu estado y en tus necesidades. Maravilloso. Qué majos.
Sigo con las preguntas, que ya sabes que me encantan. A esas personas tan majas, ¿qué les respondes? ¿Algo más allá de un “Todo bien” y un “Nada, muchas gracias”?
¿Cuántos segundos tardas en contestar? ¿Durante cuánto tiempo reflexionas tu respuesta? ¿Alguna vez has respondido algo parecido a “Estoy muy cansada, tengo la sensación de ser el hámster en la rueda, sin saber a dónde va, ni cómo parar” “Necesito respirar, pensar, descansar, conectar conmigo porque me echo de menos, soledad, silencio, orden, calma, un abrazo, hablar sin ser juzgada”?
No quiero dármelas yo de lista, pero juraría que contestas en un segundo y que no sueles recrearte en nada parecido a mi último párrafo. Ni te lo preguntas, ni se lo respondes. Ya tenemos algo claro, qué bien. Podemos avanzar.
Y es que las conversaciones que mantienes contigo, querida mía, son las realmente importantes, porque en ellas se refleja tu historia, esa que escribes desde la presencia y la voluntad, o esa sobre la que resbalas como si la cosa no fuera contigo.
No podemos saber qué queremos que nos pase si no nos preguntamos cómo nos sentimos ahora mismo e, implícitamente, cómo nos queremos sentir con todo eso que hacemos cada día. Es imposible que detectemos los patrones que nos provocan bienestar o malestar si no nos damos cuenta de si nos sentimos bien o mal. Es imposible que tracemos un plan de acción hacia la vida que queremos si no tenemos ni idea de lo que necesitamos. Lógica aplastante, amiga.
Pregúntate, por favor, cómo estás y qué necesitas. Cada día, sin prisa, sin miedo, porque en ese estoy: nerviosa, triste, agobiada, feliz, exultante, inquieta, cansada, aburrida, enamorada, liberada, etc. y en ese necesito: divorciarme, cenar antes o más ligero, cambiar de trabajo, ponerle límites a mi familia, perder diez kilos, aprender a hablar inglés, gestionar mejor mi agenda, cambiar de trabajo, ir a terapia, meditar, ordenar mi armario, hacer algo que me guste cada día, descansar, mudarme a otra casa, quedar más a menudo con mis amigas se esconde el secreto de la buena vida, que es todo a lo que deberíamos aspirar.
Feliz sábado
¿Cómo estás?
Hola Sol, das en el clavo cada sábado. Tienes un don divino, sabes reflejar el interior de personas que no conoces con una exactitud asombrosa. Gracias por ayudarnos a reflexionar con cada texto tuyo. Gracias a personas como tú podemos hacer un stop en esta inercia diaria que nos arrastra vertiginosamente. Estoy segura que voy a releer este texto a menudo con la intención de que no se me olviden esos consejos tan sabios que nos regalas. Gracias diosa del Olympo griego💓💓
Gracias a ti he vuelto a escribir tras chorromil años. Voy a trompicones, inconexa y así, a lo que sale. Pero me alivia y me hace sentir que debo seguir.
He comprado cuadernos bonitos, te leo y releo porque me nutres. Pasito a pasito voy. Gracias infinitas Sol.