Hace unos días, en una sesión de mi formación de planificación, les propuse un ejercicio a mis queridas alumnas, que su Yo de 99 les escribiera una carta dándoles las gracias por todo aquello en lo que se habían enfocado y que les había regalado una vida de lo más gustosa.
Les encantó, así que he creído que os podría servir también a todas las que andáis por aquí, porque no hay mayor perspectiva que la que nos da nuestra propia historia.
Para animaros a que escribáis, os dejo aquí lo que espero me cuente mi Yo del 2072.
Querida Sol,
Aquí me tienes, a mis 99, la mar de a gusto, la mar de activa, pasándomelo la mar de bien. Quería escribirte para agradecerte que cuidaras tan bien a nuestros amigos, porque por aquí los tengo, haciéndome la vida tremendamente divertida.
Sigo con las pesas y sigo con las caminatas, claro. Porque si me han servido hasta ahora, no voy a dejarlas. Gilipollas no somos. Viejas tampoco. Que lleve 99 años sobre el planeta no me define. Me define lo que soy y lo que quiero ser. Sigo currándomelo para aplaudirme y celebrarme cada día de nuestra vida.
Todavía comparto herramientas que ayudan a la gente a vivir mejor. Hija, bendita la hora en la que le echaste ovarios y empezaste con nuestros rollos de autoconocimiento y desarrollo personal. Bueno, no sabes la de avances que ha habido durante estos años en el campo de la neurociencia. Los científicos han confirmado tantísimas cosas que ya intuíamos. Ahora, gracias a eso, es más fácil que me hagan caso y manden a tomar por el jander todo lo que las estresa (sí, chata, sigo currando, sobre todo, con mujeres, sigue haciendo falta) y les jode la vida.
Hablando de estrés, yo es que ni lo huelo. Si a ti te importaba poco el qué dirán, te puedes imaginar a mí. Cada vez me parezco más a nuestro padre, en el jeto y en el pasotismo. Yo a lo mío. Cuando me encuentre con Sinatra, fijo que me canta “My way”, qué risa.
Siempre dijiste que no sabías cuánto te quedaba de vida sobre el planeta, pero es que ahora la cosa ya acecha. Sigo imaginando el momento final como una tía con un vestido vaporoso que emerge de las aguas y me pregunta en un acantilado qué narices he hecho con ella. Ahora ya no hay duda, puedo responderle sin mentir ni un ápice que nos la hemos zampado una y otra vez. Que la hemos relamido. Que nos hemos rebozado en ella.
Hemos viajado, hemos aprendido, nos hemos reído tantas veces hasta hacernos pis… Hemos ido a cientos de conciertos y hemos conocido a personas absolutamente increíbles. Hemos leído miles de libros y escrito unos cuantos. Qué fuerte me sigue pareciendo. Hemos cumplido un montón de sueños (Gracias por soñar TAN grande) y, ojo, que todavía queda alguno, porque qué es esta existencia sin ilusión. Pues una mierda.
Hemos abrazado a la vida y, probablemente, por eso ella nos sigue abrazando a nosotras.
Gracias por tatuarnos el PARA QUÉ de todo lo que hemos pensado, hecho y sentido. Por entrenarnos para ser una flecha al centro de nuestra diana particular. Por tomar decisiones, no desde el miedo, sino desde la voluntad, desde el entusiasmo.
Por apartar de un manotazo todo lo que se interpusiera entre nosotras y la felicidad. Por esas decisiones tan dolorosas y tan necesarias. Tú te las comiste y yo llevo años disfrutando de sus consecuencias. Menos mal que tenías claro aquello que te dijo tu amigo Igor “La vida solo va en una dirección”.
Gracias por nunca pensar que era demasiado tarde. Yo no lo pienso todavía. Sigo aquí, eso significa que aún puedo, que aún debo. Por mí y por todos los que se quedaron en el camino. Ellos y nuestro miedo a no aprovechar el privilegio que es estar vivas han sido nuestro mayor motor. Lo siguen siendo.
Gracias por no tenerle miedo al esfuerzo y por diferenciarlo del sufrimiento, la de cosas que nos habríamos perdido de no ser así.
Te dejo ya, querida, que tengo muchas cosas que agradecer, pero no veas las que me quedan por hacer.
Un abrazo grande,
Sol
23 de noviembre de 2072
P.D.: porfa, si quieres compartir parte de este texto en Instagram (gracias), pon también el enlace, así le facilitas la vida a quien quiere leerlo y a mí también.
P.D.2: si no tienes muy claro qué es lo que quieres que te agradezca tu Yo de 99 quizás necesites hacer un ejercicio que a mí me proporciona muchísima claridad, el Ejercicio del Día Ideal. Te cuento el paso a paso, la explicación de para qué funciona (dicho por la ciencia) y estrategias para conectar contigo misma y apagar el ruido mental. Lo tienes todo AQUÍ.
Querida Sol. Gracias por este texto. A veces las dudas y el miedo a un futuro peor hacen muy difícil tomar decisiones a tiempo. Sé que en tus podcast nos repites infinidad de fórmulas y motivos , la terapeuta a la que he acudido cuando empecé a desaparecer, también lo hace. Leer este texto ha sido el interruptor para tomar por fin la decisión de no permitir que la toxicidad del ambiente laboral me destruya totalmente. Yo también quiero hablarle así a la vida con 99. Tengo 55, aún tengo tiempo hasta los 99, así que voy a recuperar a la persona que era, reinventarme laboralmente y, si la vida lo permite, cumplir un montón de sueños como viajar contigo a Nueva York algún día. Un abrazo enorme
Qué bonito, Sol. Me ha emocionado tu carta. Esas ganas de aprender, de seguir dando, de seguir creciendo. Bravo. 🙌