Escribo estos #TresMinutos en mi querida Fabulofi, recién llegada de una de esas charlas que te dejan el motor impoluto y la presión óptima en los neumáticos. Como tantas veces, mi querido Igor Fernández, a las que muchas conocéis por nuestros directos, ha sido el mecánico que ha dejado esta vehícula lista para correr el París – Dakar de la vida. Cuánta inspiración, cuánta sabiduría (que no es lo mismo que conocimiento) y cuánta sensibilidad caben en dos horas de desayuno veraniego.
En un momento de diatriba, de elevación, de preguntas y respuestas en plan partido de tenis pimpampimpampimpam mi querido amigo me ha preguntado ¿Cuál es tu propósito? Y como esto va de vomitar sin pensar demasiado, yo he respondido lo que me ha salido de la mismísima boca del estómago, que es donde habita tantas veces la verdad: yo lo que quiero es cambiar el mundo.
Patapám.
Y me he quedado tan ancha.
Igor me ha mirado un rato, impertérrito, asintiendo ligeramente, sin pestañear. Normal, está acostumbrado a mis majaronerías, pero es la primera vez que escucha esta.
¿Y cómo lo vas a hacer?
Pues no sé, ya veré. Y he seguido sorbiendo mi té con leche.
Hemos reanudado la conversación hablando sobre el verano, sobre mis hijos, sobre la vida. Pero como las buenas charlas tienen siempre forma de tirabuzón, al cabo del rato hemos vuelto al tema de la transformación mundial, esta vez como consecuencia de la distinción que hacía Igor sobre el crear y el hacer. En la creación hay parte de ti, construyes algo donde antes habitaba la nada. Pero puedes pasarte la vida haciendo y que el vacío lo ocupe todo, sobre todo a ti. Y es que si todos nos propusiéramos CREAR, en oposición a HACER (sin orden ni concierto ni intención ni atención) la consecuencia inevitable, lógica y mágica sería el cambio. En mí, en mi familia, en mi barrio, en mi ciudad. EN EL MUNDO. En el más cercano, o el lejano, en pequeño o en enorme, qué más da.
Diseñar tu propia vida donde ayer reinaba la inercia, escribir un texto donde antes brillaba el blanco, tener una idea que cambiará tu manera de ver lo que te rodea y a ti misma. Contagiársela a otros. Aprender algo nuevo, ya sea la receta de unas croquetas, una estrategia de marketing o cómo gestionar tus mañanas, hasta ahora caóticas.
Le das la vuelta a tu realidad y, desde ahí, ¡PUM!, disparas al infinito.
Quiero cambiar el mundo mostrándoles a las mujeres cuáles son sus creencias limitantes, Igor, para que las manden a la mierda y se sepan capaces, merecedoras, dueñas y señoras. Para que luego pasen a la acción y se hagan con todo eso que no saben que es suyo, pero que les pertenece desde siempre: su libertad, su tiempo, su ilusión, su potencial infinito. ¡Dime que no mola. Dime que eso no es cambiar el mundo!
Mi amigo vasco me ha hablado entonces del poder y de la responsabilidad, esos siameses de los que escapamos continuamente. Del primero, porque alguien nos contó (a nosotras) que eso es cosa de otros, que lo usan para someter al resto desde la superioridad. Del segundo, porque nos han enseñado que el esfuerzo es sufrimiento, que no vale la pena, que para qué si tampoco estamos tan mal.
Desde esa perspectiva, no es que sea imposible cambiar el mundo, es que cambiar una bombilla puede resultar algo muy desconcertante.
Como siempre, las preguntas son las que nos iluminarán; las que, incluso sin respuesta aún, nos arrearán un guantazo revelador. Cuestionémonos y cuestionemos: ¿qué pasaría si diseñáramos nuestra acepción de poder y también la de responsabilidad?, ¿si les perdiéramos el miedo y nos propusiéramos abrazar al uno y a la otra?, ¿si nos devanásemos los sesos, no en bucle, sino buscando la manera de crear algo hoy y mañana y pasado? ¿si mañana nos levantáramos espetando un alto y claro “QUIERO CAMBIAR EL MUNDO” y nos propusiéramos en firme sostener la incomodidad de esa afirmación, agarrándonos a ella con uñas y dientes?
Hasta aquí los interrogantes, que no quiero llegar a los cuatro minutos.
P.D.: si estos Tres Minutos suponen el interruptor para que solo una de vosotras se formule solo una de esas preguntas, mi porción de cambio mundial de hoy estará cubierta. Gracias por venir.
Cubierta por mi parte sol. Cambiemos el mundo!!! Por ello me dedico a la educación y dirijo un cole con la idea de cambiarla. Acompañar a los niños para que tengan su autoconcepto claro,luego lo acepten y luego lo quieran. Muchas veces me pregunto para qué tanto esfuerzo....para cambiar el mundo! Gracias por recordármelo
Pues mira, opino como tú, empezando por un cambio constante en mi misma, intentando influir en mi entorno, creo que es posible CAMBIAR El MUNDO y en mucha medida, es gracias a tí y a la seguridad que trasmites a la hora de no ponerse límites. Gracias Sol, sigue, que lo vamos a conseguir.