Escuchaba hace unas semanas a mi querida Ana Molina hablar de un libro en el que se afirmaba que nos encantan los nuevos principios y que el humano no percibe el tiempo como algo lineal, sino como una serie de capítulos de duración más o menos larga.
Hay capítulos que empiezan el uno de enero, otros el día de tu cumpleaños, o el día en el que firmas un divorcio, te comunican un diagnóstico maldito o te recuperas de lo que te diagnosticaron. O en el instante en el que alguien se va para siempre y despiertas ante la inmensa fragilidad del ser humano, qué milagro es permanecer aquí un día más. O un lunes cualquiera. Cuando tienes hijos o cuando se van de casa. Siempre que llega septiembre, que es como enero pero con buen tiempo.
La realidad es que no hay episodios ni escalones, y lo inteligente es imaginar que sí existen si eso te ayuda a hacer borrón y cuenta nueva, a dejar de lamentarte por lo pasado y por fin liberarte de pesos de otro siglo y de otra tú, a mirarte de una forma más amable y valiente. A alejar de tu mente ese concepto de fracaso estúpido que tiene que ver con cambiar de rumbo cuando el anterior ya no te molaba nada. A otra cosa, mariposa.
Agarrémonos siempre a lo que nos acerca a nuestros objetivos, ya sea una idea de cómo pasa el tiempo, una canción que nos ponga contentas o un respirar profundo para mantener la calma.
Le dices adiós a tu yo de hasta ayer y observas a tu Yo de a partir de ahora, que rebosa claridad y limpieza. Ay, qué bien te caes. Ahora sí. Ahora, aunque sea sábado 28 de enero, o miércoles 14 de abril. Ahora sí. Porque, en mi idea del tiempo, este episodio empieza cuando a mí me da la gana, para eso es mi peli.
Y en esta peli de año nuevo en medio de julio, de enero o de marzo yo me digo que me merezco todo lo que me he negado, porque ahora sé que me lo negaba yo misma. No hay Cristo que te pueda quitar lo que estás segura de poseer. Mi nueva Yo no sabe de justificaciones inútiles ni de excusas. Me cuento que soy capaz de hacer lo que tengo que hacer para que me pase lo que quiero que me pase y que abofetearé sin miramientos a cualquier atisbo de monólogo mental que me lleve la contraria. Cuando mi Yo recién estrenada se sienta a planear e inventarse la vida no hay moscas cojoneras que opinen sobre ella. Y si las hay, no las oye. No hay mejor insecticida que el saberse suficiente y grande e importante. Esta Yo reluciente no se ensucia en batallas inútiles, ni intenta convencer ni se deja marear. Ay, no. Ya no.
La Yo de enero, de septiembre, de lunes es una flecha al centro de su diana particular. No siempre acierta, pero siempre lo intenta. Ya acertará. La vida es demasiado larga como para rendirse a la primera y demasiado corta como para no disparar siempre al diez.
Me ha encantado ❤️ mira que las mujeres empezamos una y otra vez , siempre fuertes siempre estamos ahí para todos menos para nosotras hasta que un día cualquiera dices basta , a partir de ahora me cuido yo y me quiero yo …gracias por estos tres minutos maravillosos de cada sábado 😘
Bonita manera de empezar la mañana Sol, así es.....tal cual.. Alto y claro.... gracias por hablar,escribir tan bonito....♥️