Sigo escribiéndote desde Nueva York, Tesolera, y cómo te contaba hace un par de semanas, esta ciudad me lleva de cabeza a la introspección. Mira que hay ruido, mierda y gente majara por las calles, pues oye, que a mí eso me conecta. Bien no estoy. Es como si aquí me convirtiera en una antena gigante y veo cosas que otros no ven y escucho lo que otros no escuchan.
Conversaciones, gestos, dinámicas entre esta gente de tantos colores que habita la ciudad que nunca duerme.
Y la antena es hacia afuera y es hacia adentro: veo cosas en mí que hace tiempo que no veía y me escucho verdades que no me contaba desde hace tiempo.
Hoy me he sorprendido diciéndome a mí misma: tía, antes tu escritura era más valiente.
Me ha jodido y me he dado la razón.
Como me gusta entender las razones de lo que me pasa, he repasado mis viejos textos, esos en los que hablaba de los vaivenes de la maternidad, de lo que sentía en un concierto, de mi nostalgia de la juventud, de todo lo que me enciende y de lo que me apaga. Me sentaba frente al teclado y me vomitaba en él. Me daba la vuelta cual calcetín.
Ahora, cuando pongo las manitas en las teclas pienso mucho menos en lo que me pasa a mí y más en lo que os pasa a vosotras, ¿qué les puedo contar que les sea de utilidad?
También influye que, cuando empecé a escribir, no había Instagram. La única manera de contaros mis rollos era a través de mis letras. Ahora agarro el teléfono y zasca, en un momento os he dicho lo que sea.
Mientras escribo esto me pregunto si hay algo que sea mejor o peor, y concluyo que ni lo uno ni lo otro. Etapas diferentes, una Yo diferente. Pero me pellizca un poco eso de ser menos valiente que antes, aunque no sé si es verdad del todo. Tendré que meditarlo.
Pero como me ha encantado releer todo eso que en su momento vomité, me he prometido visitar mis tripas más a menudo para mostrároslas en forma de texto y también intentar que eso os sirva a vosotras porque, al fin y al cabo, a todas nos pasa un poco lo mismo y a todas nos sirve lo mismo para estar mejor. Somos un sota, caballo y rey en toda regla, por más que nos joda.
Me comprometo, también, a que sea la voluntad, y no el miedo a exponerme, quien decida qué es lo que leéis por aquí. A afilar la antena no solo cuando ande entre rascacielos. A recordar qué es lo que me ayudó a escalar hasta este sitio en el que estoy ahora, desde donde puedo llegar a tanta gente. Y a que eso sea trampolín, no guillotina. Que me impulse a mostrarme para que vosotras hagáis lo mismo, aunque ahora seáis decenas de miles y no cientos, como antes; porque contaros quién era y todo lo que me pasaba, por dentro y por fuera, fue la chispa que encendió este sarao divino que hemos montado entre todas.
A veces, volver a las raíces es la respuesta a todas las preguntas.
P.D.: hablando de preguntas, por si tú también andas en un momento en el que quieres retomar la solidez en algún aspecto de tu vida te dejo aquí un audio de solo 30 minutos en el que te planteo dos ejercicios prácticos que yo uso cuando necesito claridad, tanto sobre mis objetivos, como sobre los obstáculos que me impiden pasar a la acción.
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Hola Sol! Yo antes no te leía así que no puedo comparar. Pero encuentro valentía en lo que nos cuentas, desde dónde lo cuentas, y lo que nos transmites. Sobre todo, encuentro verdad, y eso es lo que nos mueve, a cada una en el punto en el que estemos. Así que gracias por ello. Y también por tu reflexión y tu auto-revisión.🫶
Valiente y generosa eres my darling