Un escritor ha encontrado su voz cuando alguien identifica uno de sus textos, aunque no esté firmado. Lo mismo pasa con directores de cine como Almodóvar, que impregnan con su personalidad todo lo que tocan. Hay diseñadores de moda que deberían ahorrarse la etiqueta, y hay tartas que solo pueden ser de Balbisiana.
Con la gente pasa lo mismo, aquí estaríamos hablando de, llámale marca personal, llámale carácter, llámale carisma. Todos conocemos personas que dejan huella, hablemos de las que lo hacen para bien, a las otras más nos vale ignorarlas. Y preguntémonos si nos gustaría ser esa gente. A mí sí, la verdad, pero no por influir en los demás, que también, sino porque lo de fuera suele ser reflejo de lo de dentro y, si dejas un charco de cosas chulas a tu paso es porque tienes tantas dentro que no te caben y se te salen, claro.
¿Cuál es el punto en común entre la voz de un escritor, de un diseñador, de un director y la huella de cualquier ser humano? Yo diría que, para empezar, la claridad. En lo que uno cree, en lo que uno sabe, en lo que uno es, en cómo comunicarlo. Si no lo tienes claro, clarinete, das bandazos. Y la huella tiene mucho que ver con estar alineada, porque si no caminas sobre tus propias vías es fácil descarrilar. Ves lo de uno, ves lo del otro, ay que igual lo suyo mola más, ay que igual lo mío no es tan guay, vas saltando de vía en vía ajena y zasca, los vagones a tomar por el jander. Claridad, alineación, vías propias al canto.
Por otro lado, si a escribir se aprende escribiendo; a dirigir, dirigiendo; a diseñar, diseñando y a cocinar, cocinando, a ser se aprende siendo. Validando. Defendiendo. Decidiendo. Agarrándote a lo que sí y eliminando lo que no. Construyendo un eje, un puzzle compuesto de todo lo que te importa, de tus inadmisibles, de tus imprescindibles, del impacto que quieres crear en ti y a tu alrededor. De seguridad, que no va antes de empezar a ensayar, sino que nace a medida que actúas (con claridad, alineación, en tus vías particulares).
Quizás, leyendo estas líneas, se te pase por la cabeza la horrorosa idea de que tener una voz propia y dejar una huella chula tiene que ver con ser perfecta. Mira, no. Primero, porque la perfección no existe. Para mí una mañana perfecta consiste en tomarme un litro de té en mi sillón mostaza mientras leo a Faciolince y para Kilian Jornet, probablemente, sea escalar un rato el Everest. Para mí son perfectos los párpados super carnosos y hay quien se los opera, qué pena más grande.
Arranquemos de nuestros cocos la palabra “Perfección” y, si acaso, sustituyámosla por “Excelencia”,o sea, voy a hacerlo lo mejor que sepa y pueda, ya sea escribir, dirigir, diseñar, cocinar, hacerme el té, recibir a mis amigos en casa, preparar mis vacaciones, hacer deporte, aportar algo de valor al mundo. Mi competencia soy yo y, como me trato fenomenal y soy guapísima, agradezco el reto.
Llegados a este punto, puede que te preguntes para qué crear tu voz, para qué fabricar tu huella, uf con lo que cuesta. La razón es sencilla, la razón es la de siempre, la razón es la única: para ser feliz. Para sentir que te perteneces, que eliges la manera en la que ves el mundo y a ti misma. Para aprenderte, porque solo sabiéndote puedes fabricar unas vías fuertes, un eje tan flexible como resistente. Para que la huella que dejes por aquí mientras estés y también cuando te hayas ido, sea tan brillante que otros puedan seguirte.
Qué barbaridad Sol!! Me ha explotado la cabeza
Lo de cambiar perfeccionismo por excelencia me lo escribiré bien grande❤️
Feliz Navidad
Gracias Sol por tus "Tres Minutos" que me han ayudado a reflexionar y parar. Empezar a pensar y dibujar mi camino de Aprenderme.
Bon Nadal 🌲🍀💫