La luz que hay justo antes de anochecer. Comprar en las tiendas de mi barrio: pan, fruta, embutido. La sonrisa de la panadera, que nos llamemos con el charcutero por el nombre, que no haga falta decir cuáles son mis manzanas favoritas. Los findes sin hijos en lo que hago el recorrido completo para asegurarme unos Diosayunos monumentales en silencio, con la calma saliéndoseme por las orejas, escuchando cómo mis neuronas se reproducen, pizpiretas perdidas.
El olor a pan recien hecho, a café recién hecho, el del banana bread que se tuesta en mi horno. El chai con leche de avena de Toma Café, bajar a buscarlo en pijama y tomármelo en casa mientras hojeo una revista de moda de esas que me encantan. Pasarme el domingo entero leyendo en mi sillón mostaza, leerme tres libros de una sentada. Los huevos duros con mayonesa, los bocatas de atún. Conocer a gente cuya inteligencia me sorprende, me abruma, me inspira y me maravilla. Admirarles mucho. Que me inspiren mucho. Que me demuestren que lo imposible solo lo es si tú no te planteas lo contrario. Los retos.
Las manos bonitas, ya sean de chicos o de chicas. La gente que rezuma alegría. Comer en restaurantes nuevos que son impecables, como el del Club Matador. Descubrir calles nuevas en ciudades conocidas. Los perros que, de tan feos, son bonitos. Que mi vecina me pregunte si estoy en casa viendo el atardecer increíble y que, al decirle que no, me mande fotos desde su balcón. Hacer yo lo mismo. La gente amable. Ser amable.
Descubrir que hoy sé algo nuevo que me ayuda a ser más feliz, a decidir mejor. Pensar que cada vez seré más sabia y, con ello, más feliz todavía. Compartir lo que aprendo para que lo bueno se contagie.
Tener la habilidad de intuir en la distancia cuando un amigo me necesita, aunque calle, aunque disimule. Que a la inversa pase lo mismo. El amor es eso. Rodearme de mucho amor, qué bien.
Ordenar la cajonera desastre de mi casa y que ahora sea algo digno de Marie Kondo antes de que decidiera tirar la toalla y convertirse en una terrícola al uso.
Pensar que hoy hay mucha gente oliendo bien y parecido por la calle y darme cuenta, finalmente, de que la bienoliente soy yo, qué alegría, gracias a unos Reyes Magos que me regalaron mi perfume favorito de Jo Malone: Basil & Neroli, por si me leen los reyes del año próximo.
Haber creado una vida que comparto solo con la gente que me gusta. Nada por compromiso, nada por conveniencia, nada por obligación. Sentir que esa es una de mis mayores victorias. Aplaudirme por ello.
Las margaritas, los tulipanes y un montón de flores más que siempre olvido cómo se llaman. Me pasa lo mismo con las plantas y con las razas de perros. Y con los nombres de mucha gente. Abrazar mi caos y mi despiste, menos mal que existe Google.
Escuchar en bucle y seguidas, cada mañana, “Cuff it” de Beyoncé, “La revolución sexual” y una ranchera de Luis Miguel. Después de eso, el día tiene que ir bien a la fuerza. Que mi amigo Paulo me haya convencido para organizar un tardeo con karaoke el día de mi cumple. Cumplir 50 ya mismo y sentir que ahora empieza lo bueno, o lo mejor, o lo que yo quiera. Agradecerle enormemente a la vida haber llegado hasta aquí sanita como una manzana.
Saber que todo esto me gusta ahora y que quizás mañana me gusten otras cosas, celebrar el cambio y las primeras veces. Perseguirlas y saborearlas. Siempre.
Hola Sol, me encanta pensar que cada vez haya más gente que compartamos cosas como las que dices “Conocer a gente cuya inteligencia me sorprende, me abruma, me inspira y me maravilla. “ “La gente amable. Ser amable.””Nada por compromiso, nada por conveniencia, nada por obligación”
Seguro que si cada ser , se preocupara más en ser feliz, pero “feliz” , feliz aprendiendo disfrutando de lo que tienen no sufriendo por lo que no tienen y con esto me refiero a personas con necesidades básicas cubiertas. “hacer que los que tiene cerca lo sean también o más y no tanto en criticar, envidiar.. tendríamos una sociedad maravillosa porque mira que estamos rodeados de cosas fantásticas.
Me he emocionado no te digo más. Se me han saltado las lágrimas del gusto que me ha dado leer tus palabras como si fuesen mías. Cada frase era un: " ai si que gusto", "ai si que agradecida estoy yo también por esto mismo", y así todo el rato. Las maravillas de las que disfrutamos cada día, lo bonito de las pequeñas cosas, de la rutina, la cotidianidad. Y es tan fácil como el darte cuenta de lo afortunada que eres. Feliz sábado y gracias por recordárnoslo