Cuántas veces me peguntáis cómo conseguir que vuestro entorno os apoye y os impulse. Teniendo en cuenta que la gente puede ser y opinar como mejor le parezca, está claro que lo suyo no es intentar cambiar a los que te rodean ahora, eso sería darse cabezazos contra una pared muy dura.
Tú sabrás si quieres mantener ese entorno, sustituirlo por otro o, simplemente, ampliarlo para sentirte abrazada y segura.
¿De dónde sale este texto? Aparte de nacer de vuestros comentarios y preguntas, se me ocurrió porque, hace unos días, hablando con un amigo, reflexionábamos sobre las diferentes burbujas en las que vivimos.
Me explico: a veces la gente nos habla de realidades que existen a nuestro alrededor y que nosotras ni vemos. Me contaba el otro día una chica que, cuando va a Madrid, se encuentra con gente interesada y superficial, por ejemplo. Y claro, yo pienso en mis amigos de Madrid y no encuentro eso por ningún lado.
Lo mismo pasa con cualquier lugar, a cualquier edad: elegimos, o deberíamos elegir con quién nos relacionamos.
Los dos estábamos de acuerdo: para crear un entorno que te impulse, primero necesitas saber estar solo, disfrutarlo. Esa capacidad crea, primero una conexión contigo misma y, al mismo tiempo, un filtro natural: pasar tiempo solamente con quienes comparten tus valores.
Y pensé, pues voy a escribir sobre tres herramientas que a mí me sirven, a ver si ayudan a estas chavalas (si creen que lo necesitan) a construir un entorno que se convierta en un trampolín, en un contexto que no solo te sostenga, sino que te empuje hacia todo lo que quieres, sin juzgar.
1. Cultiva la soledad
De la primera ya te he hablado arriba, y es que la soledad no tiene por qué ser aislamiento o vacío. Cuántas veces, cuando me preguntan cómo gestiono el síndrome del nido vacío, contesto: el nido no está vacío, porque en el nido estoy yo.
La soledad es un espacio para escucharme sin ruido ni interferencias, para estar en paz. Para reflexionar sobre cómo quiero vivir, para preguntarme y responderme. Para escucharme. Para mí, este primer paso es imprescindible, porque solo cuando estás a gustito sola, puedes identificar y decidir lo que necesitas y lo que no quieres en tu vida.
A lo mejor me estás leyendo y piensas que a ti no te gusta nada estar sola. Te preguntaría qué es lo que provoca esa incomodidad. Y te diría que, si es soportable, entrenes.
Dedica tiempo cada día a estar sola en la medida de lo posible (sí, ya, si tienes hijos la cosa está jodida, qué me vas a contar, pero haz lo posible)
Da un paseo sin música ni distracciones, escribe en tus páginas matutinas antes de que todos se levanten. Verás como ganas en claridad y comodidad.
Porque cuando estás cómoda en tu propia compañía, es mucho más fácil reconocer las relaciones y los entornos que te nutren y también los que te vapulean.
2. Selecciona tus relaciones. Elige.
Es la consecuencia natural del punto primero y muchas veces se nos olvida que podemos hacerlo. La inercia de las amistades que siempre han estado ahí y la falta de tiempo, muchas veces nos impiden elegir activamente con quién vamos a pasar nuestro tiempo.
Se nos acumulan las obligaciones y los compromisos y desaparece la libertad, tan importante. Esto no significa que tengas que partir peras con quienes no encajan en tu ideal, pero sí te permite ser consciente de quiénes te aportan algo y quiénes te restan.
Preguntas que pueden ayudarte a salir de la inercia:
¿Qué valores comparto con esta persona?
¿Cómo me siento después de pasar un rato con ella?
¿Me impulsa o me limita?
Un entorno trampolín te inspira, te reta desde el cariño y el respeto, celebra tus logros sin juzgar ni envidiar. Ojo, porque esas relaciones a veces hay que buscarlas y requieren de esfuerzo y cuidado.
3. Crea rituales y espacios que reflejen tus valores
Porque un entorno trampolín nace del disfrute de la soledad y de las relaciones estupendas, pero también de todo lo que nos rodea y de lo que elegimos hacer para cuidarnos y estar con nosotras mismas.
Entorno es también el espacio y los rituales que construyes con toda la intención.
Piensa en tus espacios como algo que refleja lo que es importante para ti. Por ejemplo:
Si para ti es importante la calma (espero que así sea), monta un rincón para la meditación o para leer.
Si quieres estar sana y ágil y persigues el bienestar, reserva un espacio para hacer deporte, aunque sea chiquitín, organiza tu nevera y tu cocina para que te apoyen en esa intención.
El orden por fuera es orden por dentro. Te dejo aquí un episodio de mi podcast donde te hablo de esto junto a @ponorden.
Construir tu entorno trampolín, todos tus entornos trampolín, requiere intención, paciencia y, compromiso contigo misma. Y autoamor.
Date permiso para crearlos, ajustarlos y cambiarlos cuando quieras.
Espero que te sirva, un abrazo.
P.D.: cuántas veces sentimos que la vida nos zarandea, que perdemos el control sobre lo que nos pasa. No sabemos cuál es el siguiente paso a dar, cómo tomar decisiones desde la coherencia. Procrastinamos sin saber por qué.
Si sabes de lo que te estoy hablando, he creado para ti un audio de solo 30 minutos con dos ejercicios sencillos que yo uso cuando necesito poner orden en mi cabeza y retomar las riendas de mi vida. Lo tienes aquí.
He vuelto a escuchar el podcast con Vanesa Travieso sobre el orden, soy muy fan del orden y de tirar o donar lo que no uso y no dejar nada para el por si acaso y disfrutar todo lo que tengo . Gracias por las herramientas y el podcast ❤️
Clara y directa al grano. Gracias Sol