No te cuento nada nuevo si te digo que la vorágine diaria, los hijos, el trabajo, el mogollón de responsabilidades y de imprevistos provocan que nos convirtamos en el hámster más veloz dentro de la rueda más enorme. Nos perdemos en las demandas externas y se nos olvida que existimos y que sería todo un detalle hacerse algo de caso.
Te pasa a ti, me pasa a mí y le pasa a todo quisqui.
La parte positiva es que nos estamos dando cuenta, paso imprescindible para poder hacernos cargo. O sea, para frenar la rueda, asomar el morro, contemplar y contemplarnos y ver cómo nos organizamos para, en lugar de pasar por la vida a toda velocidad, disfrutarla todo lo posible.
Conocerse a una misma es el primer paso para conseguir esa hazaña. Sí, el autoconocimiento otra vez, siento repetirme, pero es que no puedo hablar de construir un edificio sin tener en cuenta los ladrillos y, amiga, aquí el ladrillo es saber quién narices eres.
Quiero aclarar que no creo que una llegue nunca al Nirvana del “Sé quién soy y no se me olvida nunca”, porque ahí está la vida, decidida a zarandearte para que te despistes, así que el truco es tener nuestra cajita de herramientas llena para agarrarla cuando sea necesaria. Y en mi cajita de herramientas de reencontrarme cuando me pierdo hay muchos ejercicios de escritura llenos de preguntas (que me gustan a mí las preguntas) y hoy comparto contigo dos de ellos, por aquello de ir pasito a pasito, suave, suavesito.
El primer ejercicio tiene que ver con recordar lo que es realmente importante para mí, o sea, mis valores. ¿Por qué es el primero? Porque los valores son los principios que guían mis decisiones, mis acciones y, por lo tanto, mi vida entera. Si mis decisiones son coherentes y conscientes, mi vida será coherente y consciente. Coherente con lo mío, claro. Y, por lo tanto, libre de miradas, comentarios y opiniones ajenas. Mis valores crearán mis prioridades, mis objetivos, mis innumerables propósitos.
¿Y qué narices me pregunto para descubrirlos? Pues puedes empezar por escribir cuáles son las situaciones de tu vida en la que sientes que está todo bien, en las que te rodea la paz. Esos momentos en los que estás a gustísimo del todo. Quizás son las charlas con las amigas, o en tu clase de yoga, o en tu paseo diario, o escribiendo.
Ahí andan tus valores, escondiditos en los buenos momentos: la amistad, el humor, la creatividad, el contacto con la naturaleza…
Ya podemos empezar la lista.
¿Qué es lo que ha guiado mis buenas decisiones hasta el momento? Y ahí quizás aparezca el aprendizaje cuando elegiste tu trabajo actual, o la libertad cuando acabaste con aquella relación…
Seguimos sumando valores a la lista.
Esos valores son, o deberían ser, nuestra columna vertebral. Ser consciente de cuáles son se convierte en una brújula. Todo lo que me acerque a mi lista de valores, me alinea. Todo lo que me aleje, me desintoniza.
El segundo ejercicio es la famosa rueda de la vida. Si has hecho alguna de mis formaciones, seguro que te suena.
Escribe en cada uno de los triángulos, los ámbitos de tu vida. Siempre estarán el trabajo, la familia, los amigos, el tema financiero, el ocio, el autocuidado. Y todo lo que tú quieras: relaciones sentimentales, vida espiritual. Es tu rueda, es tu vida, tú escribe ahí todo lo que creas que existe en tu vida o te gustaría que existiera.
Teniendo en cuenta que el centro es el 0 y la parte externa el 10, puntúa cada área, une esos puntos con un boli de un color. Decide qué puntuación te gustaría tener en cada área, une los puntos con otro color.
Mira con atención esa rueda y los dibujitos que has creado, respira, contempla.
La rueda de la vida es una herramienta que te ayuda a evaluar y visualizar las áreas de tu vida. Un mapa claro y fácil.
Verla dibujada te ayuda a meter cada cosita en su cajón cuando no eres capaz de definir dónde estás ahora mismo. A identificar qué áreas están equilibradas y cuáles van a necesitar que te remangues y pongas orden. Te proporciona foco y así puedes definir objetivos y subobjetivos, planes de acción. Puedes decidir qué hacer y dónde.
Y dirás, vale, la estoy contemplando, ¿y ahora qué?
Ahora responde:
¿Qué áreas de mi vida están equilibradas (tienen una buena puntuación) y cuáles necesitan más atención (tienen una puntuación caca)?
¿Cómo me siento en cada una de estas áreas en este momento?
¿Qué cambios puedo hacer para mejorar mi puntuación en las áreas que necesitan atención?
¿Cuáles son mis objetivos a corto y largo plazo en cada una de estas áreas?
¿Cómo puedo crear un plan de acción para trabajar en esas áreas con puntuación caca?
Ya, estás pensando que son muchas preguntas, que no sabes cuáles son las respuestas. Y yo te recuerdo que, a veces, no hay que saber, sino decidir. Al fin y al cabo, es tu rueda, es tu vida. Y también que no tienes por qué responderlas todas hoy. Lo que es seguro es que si cada día creas un espacio para trabajar un trocito de estos dos ejercicios, al cabo de pocas semanas, algo habrá mejorado, porque te estás moviendo en la dirección correcta, esa que tiene que ver con conocerte, con descubrirte, con observarte y con tenerte en cuenta. Y cuando una empieza ese camino ya no hay marcha atrás.
Estos tres minutos son ya más de cinco, el fin justifica el medio. Espero de verdad que estos ejercicios te sirvan, que las preguntas te empujen a dar un primer paso y luego un segundo. Que el contemplarlo todo escrito sobre tu libreta suponga un mapa que te lleve al destino deseado.
En los dos últimos episodios de mi podcast te hablo de:
“Escribir para combatir la ansiedad”, puedes escucharlo aquí.
“Escribir para transformarnos”, con mi queridísimo Paulo G. Conde. Lo puedes escuchar aquí.
Confío en que al escucharlos los dos seguidos te plantearás unas cuantas preguntas y quizás obtenga alguna respuesta útil.
Ya te he contado que en mi nueva formación “Escribe para aprenderte” te mostraré muchas más herramientas y diferentes sistemas de escritura que te ayudarán a mejorar tu conversación contigo misma, a descubrirte, a encontrar una voz propia. A crear orden mental y definir tus objetivos.
A reflexionar en la dirección adecuada.
Tendrás a tu disposición plantillas con preguntas, ejercicios y pautas claras para que el bloqueo no quepa a la hora de enfrentarte a la hoja en blanco.
“Escribe para aprenderte” es una invitación para que crees tus propios espacios de calma, introspección y crecimiento. Para que asumas el poder que realmente tienes sobre ti misma.
La tienes disponible solo hasta hoy, 18 de mayo, a medianoche. Te dejo aquí toda la información.
Feliz sábado.
❤️
Qué maravilla de newsletter para empezar el fin de semana! GRACIAS por hacernos parar y desgranar todo lo que hay dentro...😍